El infarto de la RAE: ¿Ya vistes?¿Cómo dijistes? Ansina mesmo entendistes
Todo para el pueblo, pero sin el pueblo: en el libro de Historia General de las Cosas de la Nueva España de Fray Bernardino de Sahagún encontramos el uso, por mano del mismo Fray Bernardino, de expresiones bastante comunes hoy en día como: “pudistes, vistes, trajistes”; las cuales no son sino la herencia del “pudisteis / visteis / trajisteis”.
Se oye mucho en el ámbito citadino la “corrección” al lenguaje considerado vulgar, cuyo presunto origen (o al menos a ese origen apuntan los dedos juiciosos de la urbe ilustrada) se encuentra en el campesinado, supuestamente iletrado.
La clase media en México tiene una larga tendencia a negar todo lo que califica de “agropecuario”, "agreste", "rudimentario", como despectivamente se refiere la élite urbana a todo aquello que considere inculto y extraño a la ciudad; se regodea en la supuesta movilidad social, y enfoca sus esfuerzos en imitar todo aquello que suene idealmente civilizado. Este tema del racismo/clasismo cotidiano de este país es un tema igualmente deplorable como profundo e interesante por lo mismo, pero no es el propósito principal de este escrito, como sí lo es el hablar, de manera neutral e informada, acerca de ese lenguaje tan peculiar, herencia de la colonia y del mismísimo castellano antiguo, que echa raíces en la costumbre lingüística de este territorio.
¿Quién no ha utilizado o escuchado palabras como vistes, trajistes, truje, aiga, ansina? Existen algunas otras un poco más difíciles de encontrar como “vide” para decir “ví”, “concuido” para decir “con cuidado”, “creiba” en lugar de “creía”, o “enpréstamelo” en lugar de “préstamelo”, y que solamente llega a conocer la persona que haya pasado un tiempo en el ámbito rural.
Este lenguaje, al contrario de lo que los buenos modos de la urbe nos podrían querer convencer, no se trata de aberraciones provocadas por el mal uso del lenguaje culto de la ciudad, sino una herencia directa del castellano colonial.
Por ejemplo, en la versión del Cantar de mio Cid, escrita en castellano antiguo propio del siglo XIV, encontramos el posible origen de estos vestigios castellanos:
Ya lo vede el Çid que del rey no avie graçia.
bien lo veedes que yo no trayo nada
Mientras que en el libro de Historia General de las Cosas de la Nueva España de Fray Bernardino de Sahagún encontramos el uso, por mano del mismo Fray Bernardino, de expresiones bastante comunes hoy en día como: “pudistes, vistes, trajistes“; las cuales no son sino la herencia del “vosotros pudisteis / visteis / trajisteis”.
El uso de una “i” inesperada, en el lingo del ámbito rural de este país, que encontramos en ejemplos como “priéndele a la luz“, responden a un uso similar de tal “i” inesperada como en el siguiente ejemplo del mio Cid:
De los sos ojos tan fuertemientre llorando
Lo mismo ocurre con “aiga” en lugar de “haya”, pues “aiga” es una forma común del castellano antiguo.
Alfonso X “el Sabio” de Castilla
Fue rey de Castilla de León (entre otros territorios europeos) entre 1252 y 1284. Este personaje de la historia fue un importante reformador del castellano medieval y fue el primero en hablar ─más como un sueño que como un hecho en su época─ de un “reino español”. Formuló un compendio de reglas para el castellano culto, el cual propagó por toda la península ibérica con mucho éxito.
Recordemos que España, tal cual, no existiría sino hasta hasta el comienzo de la Edad Moderna, en donde los embriones de las naciones modernas comienzan a surgir por toda Europa, con la caída del poder de la nobleza y el clero a favor de la burguesía, lo cual aconteció en territorios ibéricos alrededor del siglo XVI.
Los antecedentes próximos al siglo XVI van algo así: los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, unifican las dos coronas más poderosas de la península ibérica en 1469; posteriormente, tras la llegada de Carlos I de Habsburgo, es decir con la dinastía de los Habsburgo, comenzará a designarse poco a poco a los territorios de dicha corona como “España”, hasta que su sucesor, Felipe II, es denominado “príncipe de España” al comienzo de la Edad Moderna. Es para este momento que aparece la Nueva España oficialmente también.
La Real Academia de la Lengua
En 1713, se instituye en España la institución cultural que hoy conocemos como la RAE, por sus siglas, dedicada a trabajar al servicio del idioma nacional de la corona española. El año siguiente, el rey Felipe V, primer rey de la casa de los Borbones quienes vendrían a ser los impulsores del modelo monárquico del Despotismo Ilustrado, aprobó la constitución de la Academia Española y la coloca bajo su amparo y protección Real.
Bajo su lema: “limpia, fija y da esplendor”, la RAE surge como una más de las tantas instituciones creadas para mantener el control monárquico: así como el cristianismo sincrético utilizado para la conquista espiritual de las Américas, el Consejo de Indias o la Santa Inquisición de la Nueva España. La RAE no solamente extendía el legado de Alfonso X en el sentido de regular la estandarización de la lengua española, sino que creaba un sistema disciplinario por medio del lenguaje en las colonias americanas.
A mediados del siglo XVIII ya se pone totalmente de moda en España el Despotismo Ilustrado, con Carlos II (que comienza su reinado en 1759, cuatro décadas después de la institución de la RAE), y uno de los creadores de la RAE, Juan Manuel Fernández Pacheco era, él mismo, uno de los primeros miembros de la transición a la ilustración española. El Despotismo Ilustrado tiene la característica de promover el control absoluto monárquico por medio de la cultura, aparentando modernidad de pensamiento, aparentemente, pero realmente utilizándola solo con el objetivo de manipular al pueblo y sostener así el poder; recordando la frase característica de esta ideología: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
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