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¿Hasta dónde es justa la inclusión "trans" en el deporte?

cultura
Responsable del artículo: Miqi SG

03/10/2021 | Sección: cultura

Temas: sexo.

Descripción: reflexiones sobre todo aquello que gira en torno al sexo humano.

¿Hasta dónde es justa la inclusión "trans" en el deporte?

El binarismo sexual no es una “categoría colonialista” ni una “imposición social”, es un paradigma científico que ha sobrevivido y se mantiene vigente, pues hasta el momento es el modelo que mejor describe la realidad. El «sexo» es un concepto que hace referencia a la capacidad de los organismos de multiplicarse por vía de «reproducción sexual», en contraposición a los organismos que realizan una reproducción asexual. Ningún constructo social puede conflictuar con un paradigma científico tan estable como el del sexo pues de inmediato lo convierte en una propuesta, que al no contar con una base argumentativa obligatoria para que la ciencia en sí misma exista, pseudo-científica y que va en contra de la escencia misma del ethos científico, como cualquier otra charlatanería que pretenda coronarse como una teoría sin respaldo en alguna evidencia: esta práctica ya tiene un nombre en este mundo, y ese es "dogma", esto es, una creencia que obliga, sin fundamento, a creer en ella.

Fue durante el lapso de espera provocado por la pandemia de COVID-19, el cual interrumpe los preparativos de los Juegos Olímpicos, que una fuerte polémica en el mundo del deporte salió a la flote. La intensidad e importancia de este polémico tema dentro del deporte surge tan súbitamente como lo ha sido el mismo tema central del cual dicha polémica emana, esto es, de la repentina reelevancia, sobre todo impulsado por los medios de comunicación y del entretenimiento, de las "identidades de género", foco de la atención mediática en todo el mundo desde hace unos 6 años. Esta relevancia aparece en medios casi al mismo tiempo que el deportista antes conocido como William Bruce Jenner, hoy conocido como Caitlyn Jenner,le comunica a los medios que se estaba "transformando" en mujer.

Es en este orden de acontecimientos que, durante la ya mencionada pausa por pandemia, la SWS (Save Women’s Sports) ─una organización que promueve la preservación del sexo biológico como criterio fundamental para la admisión a competencias deportivas en la división femenina─ hace el siguiente pronunciamiento:

Las normas fijadas en el consenso de 2015, que permiten a los hombres que se identifican como mujeres entrar en las categorías femeninas, son inaceptables. Reducir simplemente los niveles de testosterona durante un año no anula la ventaja masculina sobre las atletas femeninas. El volumen muscular guarda estrecha relación con la fuerza. (…) Los niveles absolutos de volumen muscular y de fuerza de extensión de las rodillas después de la intervención, todavía favorecen a las mujeres trans. Conclusión: El tratamiento con hormonas de sexo contrario incide notablemente en la fortaleza, tamaño y composición de los músculos en los transexuales. A pesar del notable incremento de la masa muscular y de la fuerza en los hombres trans, tras 12 meses de tratamiento las mujeres trans aún son más fuertes y tienen más masa muscular.

¿Qué ángulos es importante tomar en cuenta para contextualizar este tema? Primero que nada sería pertinente diferenciar entre dos términos que forman parte del abecedario LGBTTTIQA+ que son, a saber, dos de las tres T’s ; una de ellas queda descartada por ahora, pues representa a la comunidad «travesti» y por el momento no es necesario abundar al respecto. Las otras dos T’s corresponden a las comunidades «transexuales» y «transgénero» de las cuales hablaré a continuación.

¿Transgénero o Transexual?

Lo primero, ¿en qué se diferencian estas dos comunidades? Sencillo. De entrada, la comunidad transexual describe a personas que están en proceso de reemplazo hormonal cruzado, así como también en lo que se conoce coloquialmente como “transición” quirúrgica, es decir, castración (orquiectomía) en caso de genitales masculinos, o bien de extracción del útero (histerectomía) en el caso femenino, entre varias otras cirugías estéticas que provocan que un cuerpo con características típicas de uno de los dos sexos biológicos pase a asemejarse al del otro sexo. Hay que subrayar que hasta la fecha no existe, ni está cerca de existir, algún método de reemplace el código genético de las células del cuerpo, a lo mucho lo que las hormonas y las cirugías logran es, como ya se dijo, una semejanza del físico exterior al del sexo opuesto.

Por otro lado tendríamos a la comunidad transgénero, quienes no necesariamente desean someterse a terapias de “transición”, ni hormonales ni quirúrgicas, simplemente apelan a que su "identidad" está en la del sexo opuesto, aunque elijan mantener sus funciones biológicas y cuerpos intactos. Aquí hay algo digno de subrayarse, y es el tema de la "identidad", pues si bien es algo que se escucha mucho, no siempre ha significado lo mismo; podemos encontrar, hasta el siglo XIX su uso en el sentido político, como identidad nacional, identidad étnica, posteriormente en el ámbito psicológico, como en Freud, como un mecanismo de construcción de una estructura ─una estructura imposible de conocer por métodos cuantitativos sino solo cualitativos e hipotéticos, claro─ psíquica durante el desarrollo del individuo, para finalmente a través del personaje de John Money (más adelante lo vamos a conocer), verlo convertido en una categoría con repercusión en temas de "sexualidad", término que no tiene realmente nada que ver con el paradigma del sexo en el corpus teórico de lo biológico, sino, como diría Michel Foucault, en la necesidad (o quizá mejor dicho: obsesión) occidental de escrutinar sus propias problemáticas morales, como cultura que hereda traumas religiosos, con respecto a los tabúes del acto sexual. La identidad, entendida como algo relacionado a la "sexualidad" (es decir, el cómo un individuo occidental maneja su vida sexual en relación a las normas sociales impuestas externamente), es algo muy reciente y que simplemente no alcanza los requisitos para convertirse siquiera en algún tipo de paradigma científico, sino a una hipótesis, a lo mucho.

Existen dos términos que unen a ambas comunidades desde el punto de vista de la investigación científica, la autoginefilia y la disforia de género, revisemos primero el segundo concepto. Esta condición afectivo-cognitiva conocida como «disforia de género» se describe  en el DSM-5 ─un manual estadístico y de diagnósticos para desórdenes mentales y afectivos, publicado y revisado periódicamente desde mediados del siglo XX y hasta la fecha por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) de los EEUU─ no en sí misma como un desorden mental o una enfermedad, sino como la descripción del tipo de estrés, incomodidad y ansiedad que experimenta una persona con respecto a un conflicto, de origen aún desconocido (como por ejemplo la esquizofrenia), con su auto-imagen, relacionada a las características sexuales de su propio cuerpo; disforia es simplemente antónimo de "euforia". Más detalladamente, la «disforia de género» es el resultado de una condición que desemboca en un estrés excesivo causado por percibir su propia fisionomía y la manera en la que la sociedad les mira y designa. Esta fuerte reacción de estrés es el conjunto de signos y síntomas que serían justo trabajo del profesional de la conducta analizar para descubrir cuál podría ser el origen de estas exageradas respuestas de ansiedad por parte de la psique del paciente, y de esta manera poder ofrecer soluciones para reducir estas respuestas.

Es importante recalcar que el origen exacto ─lo que se conoce como etiología─ de esta condición aún se desconoce, lo que es más, se cree que, como la esquizofrenia, puede tener muchas causas: herencia, afección relacionada al autismo, traumas durante la infancia, esquizofrenia, anomalías a nivel estructural del sistema nervioso, o una combinación de varias razones; como se viene diciendo, solo se conocen los signos y síntomas que finalmente provocan en el paciente una disforia. Lo que sí se reconoce es que efectivamente se presenta entre 0.005% y 0.014% para hombres, y entre 0.002% a 0.003% en mujeres.

Además del DSM-5, que es estadounidense, existe una publicación similar por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamada CIE-11CM, que cataloga este mismo transtorno como «discordancia de género» y lo sitúa en su categoría de transtornos sexuales. Hay que dejar bien claro que el DSM y el CIE vienen siendo compendios que surgen, en primera instancia, de investigaciones particulares (sean de grupos financiados por iniciativa públicas, así como por iniciativa privada de todo tipo: centros de investigación, universidades, farmacéuticas, entre otros) que van ganando validez con los años y la acumulación de evidencia y literatura relacionada, que eventualmente van tomando suficiente legitimación para que organismos nacionales o internacionales, como la OMS o el APA, se reúnan para celebrar la publicación de sus respectivos compendios. Por supuesto, en ningún momento estos organismos se han salvado de duras críticas por parte de las mismas universidades, grupos no gubernamentales, población civil organizada, entre otros, y es justo a raíz de estos confrontamientos que han tenido que rectificar algunas de sus posturas. Ejemplo de esto anterior es el caso de la homosexualidad en hombres y mujeres, que desde el DSM-I hasta el DSM-III fueron catalogadas como enfermedades mentales, hasta que por presiones importantes de intelectuales y población civil ya en el DSM-III-M (una actualización del DSM-II original) por fin fue eliminada como enfermedad mental por completo. En otras ocasiones, como el actual DSM-5, se juzga que viene siendo una revisión pobre, mal escrita, con muchas contradicciones, y se señala complicidad fuerte con el sector de la industria farmacéutica pues varios de sus miembros redactores trabajan en dicho sector posiblemente sesgando sus clasificaciones a favor de las ventas de sus fármacos. Como decía anteriormente, estos catálogos no existirían sin la gente que se dedica a la investigación, de la cual emanan todos los resultados, y son una suerte de Sección Amarilla o Directorio Telefónico basado en el trabajo ajeno. Otra de las polémicas más conocidas, fue en uno de los DSM más recientes, en donde el plan original iba a ser colocar la «pedofilia» como una preferencia sexual, como la homosexualidad o la bisexualidad. Por supuesto, la enérgica y reprobatoria respuesta de la sociedad hizo que el DSM tuviera un cambio de último momento, que la APA se disculpara públicamente y que la pedofilia volviera a caer dentro de la categoría de desviaciones sexuales patológicas.

El otro concepto, relacionado con la transexualidad, el transgenerismo y en este caso también con el travestismo, y que quedamos de revisar, se le conoce como «autoginefilia». Este concepto fue acuñado por Ray Blanchard a inicios de los años 90's del siglo XX y describe a individuos del sexo masculino que experimentan un grado de excitación sexual importante en el hecho de adoptar rasgos y roles considerados como típicos de las mujeres. En este sentido, no toda persona con disforia de género experimenta autoginefilia, y tampoco toda persona que experimenta autoginefilia experimenta disforia de género. Tanto una persona travesti, transexual o transgénero puede experimentar autoginefilia, pero no es siempre el caso.

¿Qué es "trans"?

"Trans" es un término altamente ambiguo que ha cobrado popularidad en los últimos 3 años, y que viene siendo un "término sombrilla", es decir una categoría que engloba varios conceptos, entre ellos la transexualidad y el transgenerismo. Este término es lo que se llama una construcción social, un consenso entre grupos afines para designar algún fenómeno de la realidad, pero no es ni un término científico ni un consenso obligado al que todo mundo deba adscribirse por ley ni por fuerza.

Este término es, a útlimas, uno extremadamente problemático, pues pretende sintetizar varias realidades que no tienen mucha sustancia compartida. Una persona que se dice "no-binaria" se le califica como "trans", al igual al travestismo, así como a personas "transexuales" y "transgénero"; inclusive llega este término a cobijar a personas "queer", "bigender", "genderfluid", "agender" y demás constructos sociales que se fundamentan extensivamente en un individualismo excesivo y en el autodiagnóstico, sobra decir que esto último es sobre todo algo muy polémico, por no decir peligroso para las ciencias de la salud y la conducta.

En este sentido, cuando se habla de "personas trans" no se tiene la más mínima claridad de si se está hablando de una persona travesti, transexual, "queer", o "no-binaria", que como iremos viendo poco a poco en este artículo, poco tienen que ver unas con las otras. Es por esto que para fines de claridad, dentro de este escrito no nos referiremos a personas "trans", sino específicamente se nombrará si se está hablando de transexualidad o transgenerismo.

¿Qué es el género?

Hay un término que hemos estado repitiendo mucho desde el inicio de este texto, que es "género", pero ¿qué significa exactamente y cuándo se comenzó a usar? Este territorio es uno muy espinoso. Este término tiene su origen en EEUU, por la mano del psicólogo “sexólogo” John Money en 1973 que acuñó el término (entre otros como “identidad de género” o “roles de género”) para ayudar a explicarse cómo es que existen hombres biológicos que se comportan femeninamente, o bien mujeres biológicas que se sienten atraídas por mujeres como se esperaría solamente de los hombres; Money derivó estos resultados y conceptos de sus estudios con personas intersexuales, es decir, personas cuyo desarrollo natural se desvió de la norma. Hay que recalcar que el tema de la intersexualidad para nada se trata de algun tipo de autodiagnóstico o de algún consenso social como decir que alguien es "rockero" o "emo", sino que hace referencia a una situación biológica, una cuestión celular, genética, y que se conocen en las ciencias biológicas y de la salud como anomalías durante el desarrollo. Entre estas condiciones encontramos el síndrome de Klinefelter, el síndrome de Turner, el síndrome de la Chapelle, el síndrome de insensibilidad a la testosterona que puede ser parcial o total, entre varios otros, que en general se les conocía coloquialmente como “hermafroditismo”, y existe registro pictográfico y escrito de este tipo de anomalías del desarrollo desde la Historia Antigua.

El concepto de género como un concepto relacionado a la sexualidad fue bien recibido en los años 50’s, pero no tomó muchas décadas para que este fuera muy mal utilizado, sobre todo por sus tremendos huecos teóricos (similar a lo que ocurre con el concepto de «raza») y comenzara a ser cuestionado, sobre todo por el feminismo de aquellos tiempos, y que hasta la fecha se abanderan bajo la consigna de “abolición total del género”. John Money tampoco se salva de ser un personaje sumamente controversial, pues este sexólogo muy confiado de su hipótesis, decidió experimentar directamente con un par de gemelos, y bueno, les adelanto que la historia terminó muy pero muy mal. Uno de estos gemelos había recibido una mala circuncisión, la cual derivó en la mutilación parcial de su pene, por lo que John Money convenció a sus padres de castrar por completo al niño y posteriormente comenzar una terapia de hormonas cruzadas (es decir, el niño ya sin testículos sería inyectado con hormonas femeninas periódicamente, de por vida) para así feminizarle. Los padres aceptaron y llevaron a cabo el tratamiento del pequeño John, quien fuera renombrado Joan, y criado como mujer. John Money llegó al extremo de obligar, dentro del marco de sus terapias, a los dos gemelos aún de corta edad, Brian y “Joan”, de emular actos sexuales, supuestamente con el propósito de ir programando socialmente la “identidad de género” de Joan como mujer. En resumidas cuentas, todo fue un desastre, Brian creció y desarrolló esquizofrenia, mientras que Joan nunca se sintió como mujer, incluso a pesar de la terapia hormonal y de los “entrenamientos” para introyectar y asimilar su supuesta identidad de género. Joan, ya en la pubertad solicitó cambiarse de nuevo el nombre a David y revertir ─dentro de lo posible─ todas las terapias de “reasignación de género” para volver a ser tratado como hombre. Brian, el gemelo de David, se suicidó con una sobredosis de píldoras anti-depresivas en julio del 2002, y poco tiempo después en el 2004 David se quitó la vida, disparándose en la cabeza con una escopeta, a los 38 años. Los padres de los gemelos culparon a John Money y sus experimentos como la causa de la muerte de sus dos hijos.

Como ya se mencionó, el "genero", la "identidad de género" y la "expresión de género" fueron conceptos propuestos en algún momento para intentar explicarse conductas que, dentro de una sociedad sumamente racista, machista y homofóbica como lo era EEUU en los años 50's, no les hacían sentido a los científicos de aquellos tiempos; recordemos incluso que la homosexualidad era catalogada como enfermedad mental en los DSM, hasta los años 80's. Durante los años 60's existió una fuerte resistencia en contra del racismo y de los estereotipos de género por parte de, el llamado padre de la antropología estadounidense, Franz Boas, así como de sus coolaboradoras como Margaret Mead en sus escritos como el de "The Coming of Age in Samoa". Se puede decir que el intento por convertir los conceptos de "raza" y "género" en categorías científicas de alta confiabilidad probaron ser un fracaso, igual que ocurrió en el siglo XIX con la "frenología" de Franz Joseph Gall. Pero en una muy mala broma del destino, tanto "raza" como "género" siguen siendo utilizados hoy día, como si tuvieran algún tipo de sustento mínimamente válido.

A pesar de todo lo anterior, en materia de política mundial, para algunos integrantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el género representa una especie de elección libre, de autodiagnóstico, construida individualmente y que no depende del sexo biológico. Ahora, al igual que ocurre con el DSM o el CIE, no todos los países se adscriben a lo que la ONU dice o hace, ni siquiera internamente existe una sola corriente de pensamiento al respecto. Actualmente existe una minoría teórica que promueve esta idea de la auto-identificación del género y que sorpresivamente cuentan con su propia comisión dentro de la ONU, sin embargo, el bagaje científico que respalda esta postura es mínimo, vamos, si no era suficiente saber que un personaje tan oscuro como John Money lo acuñó. Realmente lo único que merece este concepto de "género", así como el de "raza", y como ocurrió en algún momento con la "frenología" es quedar ya en el pasado como intentos fallidos de ciencia, y en todo caso postular nuevas propuestas. Lo cual no es algo malo, pues de errores va creciendo la ciencia.

En Septiembre de 2016, Vitit Muntarbhorn es nombrado Experto Independiente ante la ONU en temas de violencia y discriminación basadas en orientación sexual e identidad de género (Defensor Global LGBT). En Noviembre de 2018 ─año en que fue sucedido por Victor Madrigal-Borloz en este mismo puesto─ Muntarbhorn afirmaba que para la ONU existen 112 géneros distintos, y estos supuestos géneros no dejan de multiplicarse con cada año que pasa. Por enumerar algunos ejemplos, de estas 112 identidades de género, podemos mencionar: transgénero, pangénero, trasvesti, hidrogénero, no-binarismo, género fluido, hermafrodita, ginoandro o andrógino; es importante saber que muchos de ellos se traslapan, describen básicamente lo mismo pero con otras palabras, no tienen ningún tipo de fundamento científico, no son más que paja discursiva que se acumula con el tiempo, y esto no es nada benéfico para el progreso de la ciencia, pues para que esta se eficiente las variables deben estar bien despejadas de términos innecesarios, duplicados, vacíos de contenido, tautológicos o simplemente estorbosos.

El 18 de diciembre de 2008, Francia presentó una declaración sobre orientación sexual e identidad de género ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. El artículo 10 de esa declaración dice: “Hacemos un llamado a todos los Estados y mecanismos internacionales relevantes de derechos humanos a que se comprometan con la promoción y protección de los derechos humanos de todas las personas, independientemente de su orientación sexual e identidad de género”.

Si no fuera suficiente el atropellado origen del "género", la cosa se pone aún peor en el momento en el que una gran cantidad de científicos, grupos sociales, individuos en general, comenzaron a utilizar la palabra (género) como sinónimo de sexo, cuando esto es algo que nisiquiera el mismo John Money hubiera aceptado. Un total caos con esta palabra.

¿Qué es el sexo?

Después de entender lo qué diferencia a una persona transexual de una transgénero, y como el segundo término nos obligaba a entender también qué significa «género», finalmente llegamos al tema del «sexo».  Como vimos anteriormente es de crucial importancia distinguir claramente entre «género» y «sexo»; como dice el mismo gobierno de Reino Unido en su sitio web, “suelen considerarse conceptos intercambiables, pero no lo son”, algo que también la Organización Mundial de la Salud estipula al diferenciar claramente entre sexo biológico e identidad de género.

Por parte de los libros básicos sobre el Desarrollo Psicosexual, así como de Fisiología de la Conducta, encontramos generalmente algo como lo siguiente:

El sexo del embrión queda determinado en el momento de la fecundación según que el espermatozoide contenga un cromosoma X o un cromosoma Y. Sin embargo, transcurren varias semanas durante la embriogénesis humana sin que existan diferencias evidentes─aún al microscopio electrónico─entre un feto de sexo femenino y uno de sexo masculino. A partir de la expresión del gen SRY en los fetos XY, las futuras gónadas inician una serie de eventos caracterizados por expresión de proteínas, que determinan cambios citológicos, histológicos y funcionales característicos de los testículos. Este evento relativamente temprano en el desarrollo del sexo se denomina «determinación sexual», dada su importancia determinante en el resto de los eventos que se suceden luego. Los testículos secretan dos hormonas, hormona anti-Mülleriana y testosterona, cuya acción provoca la masculinización de los esbozos de los órganos genitales internos y externos, que no mostraban hasta entonces diferencias entre los sexos. El proceso de diferenciación de los genitales se denomina diferenciación sexual fetal. Poco se conoce hasta hoy sobre los mecanismos que inducen a las gónadas a tomar el camino ovárico en el feto XX. Es sabido desde hace tiempo, en cambio, que la falta de las hormonas testiculares resulta en la feminización de los genitales internos y externos, independientemente de la existencia o ausencia de ovarios. Estos mismos mecanismos entran en juego una vez más en la pubertad, desencadenando el desarrollo de características sexuales secundarias como los senos o el vello facial.

Siglos de observaciones y estudios metódicos, que posteriormente han sido replicados y corroborados exhaustivamente a través del método científico, nos han llevado a concebir todo aquello que reconocemos como el conocimiento científico (ese mismo que permite que todo tipo de realidades materiales se manifiesten, desde un transplante de corazón exitoso hasta un teléfono inteligente con una pantalla de miles de colores y conexión a internet), que abarca desde la física y matemática hasta las ciencias sociales, pasando por la biología, la arqueología o la geología. Es de esta manera que dentro de las ciencias biológicas contamos con un cuerpo de evidencias que nos pueden comprobar por sí mismas que en muchas especies existe una marcada diferenciación innata, con objetivos reproductivos, que se la ha denominado como « sexo ». No sexualidad, no preferencia sexual, sino sexo, a secas.

El «sexo» es un concepto que hace referencia a la capacidad de los organismos de multiplicarse por vía de «reproducción sexual», en contraposición a los organismos que realizan una reproducción asexual, en donde básicamente se replican a partir de sí mismos, es decir de un mismo material genético. Este mecanismo fue propuesto (y, obviamente, corroborado con cada año que pasa con la ayuda de nuevas técnicas) para dar fundamento a la selección natural. Según este postulado ─atribuído a Darwin y Wallace─ la reproducción sexual ha favorecido a los organismos que son capaces de llevar a cabo estre procedimiento, en donde dos gametos diferentes, que son células especializadas cargadas de material genético, se entrecruzan para intercambiar su ADN logrando así una recombinación de genes que garantizan una descendencia con una alta variabilidad de características heredadas. A diferencia de la reproducción asexual que puede terminar replicando una misma mutación en mucha de su descendencia y así extinguirse, si dicha mutación resulta desfavorable para la adaptación al medio, la reproducción sexual provee a su especie de diversas posibilidades en cuanto a caminos evolutivos, asegurando de esta manera que al menos uno de estos múltiples caminos resulte altamente adaptable al medio y sobreviva, perpetuando su especie.

Como podemos ver, mientras que el "género" es una propuesta reciente cuya fuerza teórica y práctica no fue suficiente para resistir el embate de la realidad material ─que la despedazó al primer golpe─, el «sexo» es un postulado resistente a los tiempos, que al contrario, se ha fortalecido y mejorado con el paso de los años y con los embates de la realidad. Hasta el momento, y hasta que no exista un cuerpo teórico suficientemente concluyente e irremediablemente superior en cuanto a evidencia para que el paradigma del «sexo biológico» deba cambiar, el sexo se mantiene como un concepto científico sin igual. Simplemente así es como funciona la ciencia, por medio de postulados que suplantan a otros, mediante su capacidad de explicar la realidad mejor que el paradigma al que pretenden suplantar.

Ningún constructo social puede conflictuar con un paradigma científico tan estable como el del sexo pues de inmediato lo convierte en una propuesta, que al no contar con una base argumentativa obligatoria para que la ciencia en sí misma exista, pseudo-científica y que va en contra de la escencia misma del ethos científico, como cualquier otra charlatanería que pretenda coronarse como una teoría sin respaldo en alguna evidencia: esta práctica ya tiene un nombre en este mundo, y ese es "dogma", esto es, una creencia que obliga, sin fundamento, a creer en ella.

Es bajo este paradigma científico del sexo, que el embrión humano puede tomar dos caminos muy marcados: macho o hembra. El binarismo sexual no es una “categoría colonialista” ni una “imposición social”, es un paradigma científico que ha sobrevivido y se mantiene vigente, pues hasta el momento es el modelo que mejor describe la realidad. A partir de aquí será conveniente conocer las diferencias y similitudes entre los conceptos «natural» y «normal». Lo normal es una categoría estadística, significa que un elemento dentro de un grupo se repite la mayoría de las veces, a diferencia de lo anormal, que en sí mismo no es sinónimo de algo malo, sino que representa aquellos elementos dentro de un grupo que no se presentan con tanta frecuencia como lo normal. Ambos conceptos, lo normal y lo anormal son naturales, desde el momento en el que ambos se presentan en la realidad son ya algo natural. Ahora, la existencia de un elemento anormal tampoco significa que lo normal deba resignificarse, porque como ya se dijo, lo normal es solo una ocurrencia de alta frecuencia de un elemento dentro de un grupo, mientras que lo anormal es un elemento con una ocurrencia de baja frecuencia y que tiende al cero. Existe una gráfica con la que podemos visualizar mejor este fenómeno:

Según la gráfica anterior podemos ejemplificar la normalidad como la parte central de la “campana” en donde se agrupan estadísticamente los elementos que con más frecuencia se repiten, y la anormalidad serían los casos que gradualmente se van aproximando al cero de la gráfica, es decir que tienden a una frecuencia de ocurrencia prácticamente inexistente. Es de esta manera que aquello que ocurre en raras ocasiones se le denomina anormal, solamente porque no es normal que ocurra. A esto precisamente se refieren las estadísticas cuando dicen que el hecho de que un bebé humano nazca macho o hembra es un acontecimiento muy normal, pues las mujeres representan poco más del 50% de la población mundial y los hombres representan alrededor del 50% restante, mientras qué, por otro lado, una cierta condición de “hermafroditismo” ocurre 1 vez de cada 300,000 nacimientos, es decir, es una situación anormal, mucho menos frecuente.

Dentro del sexo humano existen ciertas anomalías durante el desarrollo. Estas anomalías suelen categorizarse como transtornos, esto por el hecho de que suelen requerir una atención extra por parte de quienes les rodean, incluyendo al cuerpo de trabajadores de la salud, ya que muchas veces no son capaces de valerse por completo de sí mismos. Es de esta manera que surge un nuevo concepto que tenemos que tener claro: la «patologización» de una condición.

Patología es un término que viene del griego y significa “estudio de una enfermedad”, por lo que «patologizar una condición», en sí, representa el categorizar algún fenómeno como un suceso natural pero anormal, que requiere atención y estudio especial. Cuando se dice que algo se patologiza no se debe entender como cuando se decía que ser homosexual era una enfermedad, sino como cuando se dice que las personas con autismo poseen características que deben ser vigiladas y protegidas en caso de que estas características irregulares terminen sobreponiéndose a la salud de la persona que posee la condición. Entonces, cuando se dice que la «disforia de género» se debe patologizar, no se refiere a que se debe etiquetar como "sujeto infeccioso y peligroso" a la persona que sufre la disforia de género, sino que las instituciones deben tener un cuidado extra con estas personas, pues su condición puede interferir con un digno desarrollo de sus vidas cotidianas, y de quienes les rodean. Patologizar incluso trae consigo beneficios, pues los gobiernos puede tomar cartas en el asunto y declarar que una condición patologizada requiere terapias garantizadas como un derecho, o medicamentos y tratamientos gratuitos, o beneficios laborales, et cétera, es decir, en general procurar que ante los problemas que dicha condición anormal le puedan provocar a una persona, las instituciones tienen la obligación de proveerles lo que necesiten para vivir una mejor vida, a pesar de su condición de salud especial.

Para dejar un poco más claro lo anterior haré uso de otro caso de condición patologizada: la anorexia. Una persona anoréxica tiene una serie de signos y síntomas que se han patologizado por parte de la ciencia de la salud: por ejemplo la desubicación con respecto a la realidad o las conductas compulsivas empujadas por un estrés insoportable característico en personas que presentan este transtorno. Ahora bien, no podemos decir que la única solución posible estaría en someter a la persona a un régimen de dieta y ejercicio para que baje de peso y deje de tener miedo a engordar, como tampoco sería una buena solución ceder a los delirios del paciente y confirmarle que su obsesión de estar muy obesos ─cuando realmente están ya en los huesos─ es real ¿por qué? porque es la percepción de la persona la que se encuentra dañada y por más que tenga un cuerpo saludable o delgado la persona que sufre de anorexia seguirá viendo con sus propios ojos que sigue obesa, incluso aunque la persona esté literalmente en los huesos esta seguirá percibiendo que está obesa, entonces el problema no es la obesidad o la flaqueza en sí misma, sino la sensación incontrolable que describe la persona anoréxica.

¿Qué tienen que ver las personas Intersexuales con el género y con lo "trans"?

Siguiendo en el orden de lo patológico, la «normalidad», el sexo, y menos importante "el género", es importante mencionar que es cierto que existe una categoría que se sale de la normalidad en cuanto al desarrollo sexual; a estas personas coloquialmente conocidas como "hermafroditas" se les nombra científicamente como «intersexuales», es decir, organismos cuyas características es difícil ubicar de manera “rápida y sencilla” dentro de un macho o una hembra de la especie. Muchas especies tienen hermafroditas, pero en este caso nos enfocaremos en el ser humano. Para empezar, estas personas intersexuales no representan, en lo absoluto, un “tercer sexo”, porque en primera no muestran características comunes entre ellas, es decir, a diferencia de la semejanza de caracteres que muestran los machos y las hembras ─a pesar de sus posibles variaciones mínimas─, las personas intersexuales no comparten un conjunto de características cuya variación sea tan pequeña como entre machos y hembras; segundo, porque sus organismos siguen presentando las mismas pautas biológicas que caracterizan a los machos y a las hembras, solo que con desarrollos incompletos o anormales (insisto que «anormal» no debe entenderse como “maligno”).

Por ejemplo, tenemos el síndrome de Klinefelter que hace que un organismo macho presente un cromosoma X extra, es decir que si la «normalidad» en el desarrollo representa que un macho tenga un cromosoma X y un cromosoma Y, las personas con Klinefelter presentan un cromosoma X extra, por lo que en lugar de tener “XY” en sus células, presentan un “XXY”, lo que les provoca una serie de anomalías en su físico y las funciones de su organismo. Lo mismo ocurre con el síndrome de Turner, el síndrome de la Chapelle, el síndrome de insensibilidad a los andrógenos, entre varias otras patologías que en algún punto del desarrollo normal del organismo, que sería “XX” o “XY”, terminan agregando o quitando ya sea uno de los cromosomas o haciendo que las hormonas sexuales del organismo o no se produzcan en cantidades normales o que no se puedan procesar por el propio cuerpo y resulten en situaciones anómalas de mujeres que a simple vista se ven como mujeres pero que internamente son “XY”, e incluso presentan testículos, o viceversa, personas que exteriormente se ven como machos de la especie indudablemente pero que sus células son “XX” como si fueran hembras.

Esto anterior en ningún momento podría significar que "el sexo es un espectro" como la gradación del espectro electromagnético visible (los colores) en lugar de un fenómeno binario. No me detendré a explicar esto, pero investigando lo suficiente esta duda simplemente se disipa. El sexo es un fenómeno binario y con posibles anomalías, mismas que jamás se presentan de maneras que pudieran englobarse ni como completamente saludables y funcionales ni como agrupables entre todas ellas para constituír un tercer conjunto mínimamente similar al de macho y hembra como para ser llamados "un tercer sexo".

Como se dijo anteriormente, las desviaciones de la normalidad no resignifican lo normal, no lo invalidan estadísticamente y no representan mas que lo que son, anomalías, es decir situaciones que no ocurren normalmente, excepciones a la norma. La existencia de la intersexualidad en todas sus variantes tampoco implica que el sexo sea un concepto colonialista europeo ni una imposición teórica del hombre blanco. El neoliberalismo sí es una imposición, el racismo sí es un concepto colonialista, el género sí es una construcción social sin fundamento biológico y que emergió de la mente de un hombre occidental blanco, pero el sexo por otro lado, es una realidad material con sustento en evidencias bastante sólidas hasta el momento, y ningún “estudio reciente” ha sido suficientemente contundente para cambiar este paradigma biológico.

El paradigma binario del sexo trasciende el ámbito de lo humano; este paradigma se ha posicionado como aquél que mejor describe la realidad, gracias a la amplia evidencia que le sustenta. Con respecto a las diferencias basadas en sexo dentro de la especie humana ─tema que en particular suele encontrarse en la literatura bajo el nombre de dimorfismo sexual─ se separa entre aquello que atañe al sistema nervioso en su funcionamiento y por otro lado encontramos los rasgos particulares de otros sistemas orgánicos, como la diferencia entre sexos en la densidad ósea o muscular, la capacidad pulmonar, la cantidad de glóbulos rojos en la sangre, niveles hormonales, entre otros. Este análisis no es inmutable a lo largo de la vida de un ser humano, sino que van de la mano con el desarrollo del organismo a lo largo del ciclo de vida y cambian con cada etapa.

En temas de metabolismo, por ejemplo, una niña de 13 años tendrá una densidad ósea diferente con respecto a un niño de la misma edad, pero a su vez la niña tendrá una densidad ósea diferente con respecto a una mujer de 25 años, esto debido a los cambios hormonales que experimenta el cuerpo de la mujer (en el caso de contrar con un desarrollo «normal», claro está); siguiendo este mismo ejemplo, una mujer de 50 que se encuentre en el umbral de la menopausia tendrá una densidad muy diferente, mientras que en los hombres (de nuevo, asumiendo que se trata de desarrollos «normales») esta densidad no variará tanto a lo largo de una vida: esta es básicamente la razón por la que las mujeres sufren más de osteoporosis que los hombres en su edad madura. Es decir, los sexos, sobre todo por generar sus propias hormonas sexuales ─los hombres generan mayor testosterona y las mujeres mayor cantidad de estrógeno─ son muy diferentes entre ambos, y no solo eso, sino que cada uno dentro de sus propios ciclos vitales suelen cambiar de una etapa del desarrollo a la siguiente.

Esto anterior fue ejemplo de la parte metabólica del análisis. Por otra parte, dentro del tema psicológico, existen también varias investigaciones al respecto:

Las investigaciones evidencian diferencias sexuales biomorfológicas y funcionales en el cerebro, pero su significado y sus posibles consecuencias aún no son bien conocidos. Un gran obstáculo reside en que la mayor parte de la información disponible proviene de investigaciones en animales, sobre todo roedores, mientras que los pocos datos biomorfológicos estudiados en seres humanos proceden generalmente de estudios necrópsicos.

Muchas de las observaciones son controvertidas; sin embargo, los hallazgos más aceptados muestran diferencias en el cerebro femenino y masculino, por ejemplo, en el tamaño de algunas áreas y núcleos, distinta morfología neuronal y glial, y en los patrones sinápticos en determinadas áreas.

Existe consenso general en las diferencias halladas en el tamaño de algunos núcleos y zonas del cerebro. Se ha encontrado de mayor tamaño en el hombre:

  • el núcleo sexualmente dimórfico del área preóptica (unas cinco veces mayor en el hombre con respecto a la mujer)
  • el componente central del núcleo basal de la estría terminalis
  • y el segundo y tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior y el núcleo de Onuf de la médula espinal

Se ha encontrado de mayor tamaño en la mujer:

  • la comisura blanca anterior
  • el cuerpo calloso (área sagital media, istmo)
  • la masa intermedia.

Las diferencias biomorfológicas entre los sexos son más manifiestas en el hipotálamo y la corteza. Dado que estas estructuras son esenciales en la respuesta al estrés, la regulación del estado de ánimo y de la conducta, entre otras, los patrones de comportamiento frente al estrés, los trastornos afectivos y los diversos patrones conductuales, deberán mostrar diferencias según el sexo del paciente.

R. Lucero, G. Casali|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 70 Nº 2 Diciembre 2006 | página 167

No solo la psicología ha jugado un papel importante en el análisis de la conducta dentro del tema del dimorfismo sexual, también ciencias como la antropología han tenido un gran peso al momento de orientar las investigaciones, cuestionar los resultados y crear nuevas hipótesis que esquiven los sesgos sexistas que permearon las neurociencias y la psicología por varias décadas. Qué mejor ejemplo de este sexismo y sesgo de estereotipos que el caso de la supuesta "identidad de género" de John Money, que intentaba "explicar" cómo era posible que hubiera hombres que prefirieran "cosas de mujeres" y viceversa.

 Se ha señalado que en la mujer existe un predominio funcional del hemisferio izquierdo, mientras que en el hombre predomina el derecho. El hemisferio izquierdo (o dominante) está especializado en el lenguaje, procesamiento de la información, en detalles imaginativos. En contraste, posee muy poco sentido pictórico, geométrico y espacial, capacidades que corresponden al hemisferio derecho. Los hombres realizan mejor que las mujeres las tareas visuoespaciales, y las mujeres llevan a cabo las tareas verbales mejor que los hombres. Los varones superan a las niñas en la capacidad de razonamiento matemático avanzado.

H. Casarotti|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 69 Nº 2 Diciembre 2005 | página 169

El lado psicológico resulta un tema mucho más delicado por el momento, debido a que la psicología y las neurociencias son aún disciplinas jóvenes; si bien se han realizado muchos estudios, experimentos de la conducta, observaciones en cuerpos fallecidos, exploraciones estadísticas ─y como en toda ciencia que se respete, se ha buscado replicar de alguna u otra manera los fenómenos que teorizan para comprobar su validez─ mucho de este conocimiento aún se mantiene en la categoría de lo correlativo, no de lo directamente causal, es decir, hay muchas hipótesis prometedoras pero no leyes que no dejen lugar a dudas sobre ciertos fenómenos.

Es de suma importancia recordar algo: uno, dos, incluso diez “estudios recientes” no significan mucho realmente, son pasos y aportes, claro, pero ningún “estudio reciente” por novedoso, polémico o prometedor que se presente a sí mismo significa por justicia propia un cambio de paradigma en las ciencias. Esta importante aclaración viene al tema porque actualmente, sobre todo con redes sociales, se suele confundir mucho el hecho de que un titular con un “estudio reciente” se presente con bombo y platillo, intentando influir sobre todo en la opinión pública, es decir, en la «creencia» general, con el deshonesto propósito de intentar justificar alguna cuestión en la que la gente tenga mucha fé depositada. Pero justo ese es el problema, que la fé y la creencia no son ciencia, no son evidencia y no pueden por sí mismas, en tanto creencia y fé, alterar la realidad material.

Se oyen mucho cosas como “un estudio reciente dice que el sexo no es binario: es un gradiente que se extiende infinitamente” pero la pregunta es ¿un estudio reciente de quién?, ¿qué pruebas ofrece?, ¿es compatible con puntos clave de otras teorías que le puedan respaldar?, ¿Ha realizado comprobaciones o experimentos suficientes?, ¿ha replicado suficientes veces dichos resultados para comprobar que existe una explicación causal o de menos una correlación fuerte? Resulta que de pronto aparece uno que otro “estudio reciente” muy osado y confiado de revolucionar el mundo entero, que proclama haber redescubierto el hilo negro, pero que es totalmente incompatible con la teoría de la evolución o con otros postulados bien fundamentados, repetidamente comprobados y altamente funcionales de las ciencias sociales o biológicas; con mucha arrogancia exigen ser elevados a "nuevo paradigma" de inmediato y sin aceptar cuestionamientos o debate, echando ─de la manera más infantil─ por suelo siglos de estudios metódicos.

En fin, el paradigma actual de las ciencias biológicas nos informa que las diferencias sí existen. Intentar invisibilizar estas diferencias por puro capricho individual resulta en un emprendimiento necio y arrogante, que a nadie beneficia. Poner en duda teorías, leyes y paradigmas, siempre y cuando se cuente con argumentos y resultados en mano, es el único motor de la ciencia, y esto no se logra a punta de fé, creencias, caprichos o “buenas intenciones”; así no funciona la ciencia.

¿Por qué el deporte se divide en ligas femeninas y masculinas?

Podríamos profundizar mucho en este tema con ayuda de gente experta en el deporte, pero hagámoslo lo más evidente y sencillo posible para no divagar. ¿Cuántos hombres de más de 2 metros nacen en comparación a mujeres de más de 2 metros? por pura estadística es más fácil hacer 5 equipos de basketball con puros hombres de más de 2 metros que lograr armar 2 equipos con mujeres de más de 2 metros de altura. La mujer, estadísticamente suele ser más pequeña en estatura (y la única responsable de esto es la biología), y esto tiene una explicación científica: los estrógenos que son hormonas producidas por mujeres con un desarrollo «normal» fomentan que los huesos sean más cortos, mientras que la testosterona en los hombres «normales» fomenta un crecimiento mayor de los huesos. Es por esto que en promedio los hombres son más altos de las mujeres. Esta diferencia de tamaños situa en desventaja evidente a la mayoría de mujeres en competencias deportivas en donde la longitud de las extremidades podrías ser crucial para ganar la competencia.

Segundo ejemplo, la masa muscular es muy diferente entre hombres y mujeres. Por esta simple razón, el hombre tiene más musculo a la mano para ejercitarlo, fortalecerlo o abultarlo, por lo que la mayoría de las mujeres quedarían en desventaja en deportes en donde la cantidad, peso, fuerza y resistencia de los músculos sea un elemento crucial.

Por supuesto que existen también disciplinas en donde la mujer tiene ventajas, y por lo mismo los hombres quedarían en desventaja. En general, en los deportes que hoy existen, el hombre tiene una ventaja por sobre las mujeres, con lo que en ningún momento se insinúa que la mujer sea inferior, simplemente los deportes que existen son así, y es por esto que se ha considerado de suma importancia el crear ligas femeninas de deporte en donde compitan entre sí, y ligas masculinas de deporte en donde compitan entre iguales. Entre "iguales" estadísticamente hablando, claro.

A continuación vemos una tabla que muestra de manera estadística la disparidad en cuanto al rendimiento en atletas. Del lado derecho encontramos dos columnas, una con los récords mundiales de atletas mujeres de ligas profesionales (titulada: mujeres olímpicas), mientras que en la otra columna se muestran récords mundiales de hombres pubertos, aproximadamente de 15 años (titulada: chicos); con esto se intenta hacer conciencia de la razón por la que las ligas masculina y femeninas se hicieron desde un principio; si nos damos cuenta, los récords de mujeres a nivel profesional no se comparan con aquellos logrados por hombres a sus 15 años que se encuentran en niveles no-profesionales del deporte.

¿Se está excluyendo a personas "trans" del deporte? Para nada. Nadie le está prohibiendo a ningun tipo de personas ejercer su libertad de practicar deportes de cualquier nivel de rendimiento. En segunda instancia, como vimos al inicio "trans" es un término que no nos deja comprender si se habla de transexuales en el deporte, o transgénero en el deporte, o "no binarios" en el deporte, o travestis en el deporte, o "genderfluid" en el deporte, por lo que es imposible tatar a la categoría "trans" bajo un mismo análisis. Así que haremos más estrecho el análisis diciendo que mientras una persona transgénero (recordemos, son quienes no han pasado por tratamientos hormonales ni quirúrgicos) no pretenda inscribirse en una competencia en donde evidentemente tendrá ventajas injustas por sobre otros participantes, no pasa nada. Es decir, una mujer que se ha declarado como un "hombre" transgénero podrá participar en deportes, vestido y ataviado de la manera que guste, mientras su objetivo no sea competir contra hombres biológicos (valga la redundancia) en una categoría masculina, y viceversa, un hombre que se ha declarado "mujer" transgénero puede competir libremente mientras no pretenda, por ejemplo, entrar en una pelea de artes marciales mixtas contra mujeres biológicas (valga de nuevo la redundancia).

Ahora, remitiéndonos a ejemplos reales, actualmente ya existen legislaciones deportivas que regulan este tipo de participaciones, el problema es que nisiquiera existe claridad entre los términos de "sexo", "género" (que a pesar de ser un concepto cadúco y anti-científico se sigue utilizando), y si "trans" se refiere exclusivamente a alguno de los términos que supuestamente cobija, por lo que este debate sigue en pie y está aún enredado, sin pies ni cabeza.

Las propuestas legislativas más liberales del momento (liberales en el sentido que anteponen al individuo y sus libertades antes que a la colectividad y sus consensos) abogan por que cualquier persona "trans" (de nuevo la tremenda ambigüedad) pueda inscribirse en cualquier competencia, de cualquier nivel, de acuerdo a su "identidad de género auto-percibida" (de nuevo el fantasma de John Money aparece para atormentar la realidad). 

¿Es justo que la “identidad de género auto-percibida” sea criterio para el deporte?

En el caso de personas transexuales, es decir hombres o mujeres que estén recibiendo una terapia de reemplazo hormonal cruzado (hormonas del sexo opuesto) y que ya hayan pasado por cirugías para remover testículos u ovarios (esto se hace para que la persona deje de producir naturalmente las hormonas sexuales que se generan en sus gónadas de nacimiento), ¿es válido y justo para sus competidores que estas personas se integren en las ligas de la “identidad de género” que autoperciben ahora, luego de su tratamiento de “transición de género”?

Primero que nada, el reemplazo de hormonas y la extirpación de gónadas supuestamente garantizan que las características sexuales de su "antiguo sexo" (que esto es también muy ambiguo, pues lo que cambia no es el sexo, cada célula del cuerpo de estas personas sigue cargando información genética de su sexo original) hayan ido reduciéndose, pero ¿qué tanto realmente se reducen? ¿alcanzan los niveles “naturales” que una persona nacida de el sexo opuesto alcanzan por obra de su propio cuerpo? Digamos, un hombre transexual ¿alcanza los mismos niveles de respuesta dentro de su cuerpo “transicionado” a la testosterona que un hombre que la produce en sus gonadas de nacimiento?

Una respuesta positiva a la pregunta anterior garantizaría, en primer lugar, que la persona transexual contará con un nivel promedio de características del sexo al que han transicionado, de otro modo esta persona estaría condenada a perder siempre en las competiciones. Segundo, en el deporte, existe el muy famoso y controvertido tema del «dopaje», práctica deshonesa en la que se recurre a diversas artimañas para incrementar sus capacidades, y sacar ventaja sobre sus competidores. Un método es inyectarse, precisamente, testosterona externa a la que el cuerpo produce naturalmente, lo cual podría ser controversial si justamente a una persona transexual su terapia hormonal le representaría una especie de trampa por dopaje, incluso involuntaria.

Otro de los métodos de dopaje  consiste en extraer una cantidad de sangre del mismo atleta, refrigerarla, y justo antes de la competición volverla a inyectar en el sistema circulatorio del atleta ─así es, se pueden “dopar” con su propia sangre─, y esta trampa responde a que la cantidad extra de sangre propia provee al cuerpo de una sobrecarga de glóbulos rojos que terminan transportando una mayor cantidad de oxígeno dentro de su sistema, aumentando así la capacidad del atleta. Precisamente una de las diferencias basadas en sexo, (los dimorfismos sexuales ¿recuerdan?) consiste en que los hombres tienen mayor cantidad de glóbulos rojos que las mujeres, por lo que una persona transfemenina (incluso luego de años de hormonación cruzada y procedimientos quirúrgicos de castración) es muy probable que conserve esta cantidad extra de glóbulos rojos, en comparación con sus competidoras mujeres, quienes quedarían en desventaja.

Revisemos el último ejemplo, que resulta muy claro e interesante pues engloba un poco de los ejemplos anteriores y los inserta en un sistema retroalimentado bastante complejo (justamente porque la biología es muy compleja por sí misma). Este tiene que ver con la propensión, completsamente natural, de las mujeres a desarrollar osteoporosis luego de los 30 años, cuando sus niveles de estrógeno van disminuyendo conforme se acercan a su menopausia, pues los estrógenos son directamente proporcionales a los problemas relacionados con la osteoporosis, que afecta la densidad de los huesos. Un atleta que lleva viviendo y entrenando como hombre por años, en el momento que decide “transicionar” para percibirse y verse como mujer, se compromete a un proceso, que por razones de salud, conlleva años de esfuerzos conjuntos con médicos que se dedican especialmente a estos procesos de "transición". El reemplazo hormonal cruzado conlleva grandes riesgos y que debe ser calibrado individualmente, esto en cuanto a la dosis de hormonas cruzadas que deben introducir en sus cuerpos. Esta es la razón por la que una persona que se somete a estos tratamientos tendría que esperar, de menos, tres años para que, producto de la extirpación de sus gónadas, el organismo deje de producir naturalmente sus hormonas naturales, y con ayuda de las hormonas externas ─en el caso de este ejempo específico de un hombre que transiciona para percibirse como mujer─ sus niveles contrarios le fueran reduciendo su masa muscular, entre otras características, como la cantidad de glóbulos rojos en la sangre, pero aún con todos esos cambios nos dejaría con dos grandes incógnitas a resolver: ya dijimos que las mujeres van perdiendo densidad ósea naturalmente después de cierta edad ¿correcto?, así que estos atletas transicionados aunque lleven incluso tres años sin gónadas masculinas, y con todo y su terapia hormonal, no perderían la misma cantidad de densidad ósea que una mujer, peor aún, uno de los tratamientos más viejos para controlar la osteoporosis en mujeres es inyectarse estrógenos externos (porque ellas lo dejan de producir en las cantidades que originalmente mantenían sus huesos duros durante su juventud), por lo que una persona que se esté sometiendo a una terapia de inyección externa de estrógenos vendría siendo equivalente a una mujer tomando una terapia contra la osteoporosis, es decir, la mujer transexual no perdería la densidad ósea que tenía al ser hombre, que es bastante mayor al de una mujer ¿recuerdan?. Con respecto al sistema óseo, si de por sí esto anterior no fuera suficiente, recordemos que la cadera de una mujer es mucho más grande y pesada que la de un hombre (después de todo, un cráneo humano tiene que pasar por ahí al nacer: por eso su gran tamaño) ¿una mujer transexual tendría que ser obligada por reglamento a aumentarse de alguna manera el tamaño y peso de su cadera para que pueda competir en igualdad de circunstancias que las demás mujeres que nacieron con caderas, precisamente, de sexo femenino?

El hecho de insertar tantas variables, que resultan tan complejas y sutiles, meten al deporte y sus métodos de control de injusticia en graves predicamentos. Simplemente son demasiados riesgos, tanto a favor como en contra, de las personas “biológicamente” de un sexo (valga, una vez más, la redundancia) así como para las personas transexuales. En todo caso, una propuesta mucho más sensata sería crear ligas deportivas para transexuales, y si así se quiere también otra para personas transgénero.

Fallon Fox

Bajemos todo lo anterior a un caso de la vida real: veamos las declaraciones hechas por Ashlee Evans-Smith, una mujer peleadora de MMA que combatió contra Fallon Fox, una combatiente transexual, que concursa en las ligas femeninas. La entrevista va a resumidas cuentas así:

E.S: Al final acepté la pelea, por la situación, ella se declaró como trans hasta las semifinales, ninguna de nosotras sabíamos que ella solía ser hombre biológico antes, quizá si yo hubiera sabido desde el inicio que iba a combatir contra ella, sabiendo de antemano su circunstancia específica, en algún momento habría tomado otra decisión sobre si entrar o no al concurso, pero finalmente estaba decidida a ganar, y estaba ya en las semifinales tanto yo como ella cuando ella aclaró su situación biológica, así que bueno, yo decidí continuar.

Entrevistador: Entiendo que has peleado contra hombres en tus entrenamientos, no es algo que te tome por sorpresa, pero en este caso: ¿sentiste a Fox como un cuerpo “más fuerte” en el sentido de que hace dos años aún era biológicamente un hombre?

E.S: Al momento de pelear, en el sentido de fuerza, resistencia y cardio no me sentí avasallada, no creo que ella fuera mejor peleadora que yo, al final yo gané la pelea, no obstante debo decir con toda honestidad que cuando sus golpes aterrizaban en mi cara, sí podía yo sentir una diferencia grande, golpeaba más fuerte incluso que algunos de mis compañeros de entrenamiento, ciertamente sus golpes me cimbraban de una manera que otras mujeres no lo han logrado.

Entrevistador: ¿crees que es justo que ella siga compitiendo contra mujeres biológicas en las mismas ligas?

E.S: Mucha gente malinterpretó el hecho de que yo aceptara pelear contra Fox como una aceptación tácita de mi parte al hecho de que está “bien por mí” que personas en la situación de Fox peleen en ligas femeninas, pero como ya lo dije antes, acepté la pelea por las circunstancias del momento, de haber sabido de inicio que ella, como mujer trans pelearía, yo no habría aceptado, pero bueno ya en el momento a pesar de eso acepté la pelea, resulte victoriosa. No obstante creo firmemente que las mujeres trans deberían tener su propia liga: no deberían pelear en una liga de hombres, pero tampoco deberían pelear en las ligas femeniles, debería formarse una liga trans específicamente para personas trans. Definitivamente sentí que ella tenía ventaja sobre mí en nuestra pelea. Espero la comunidad LGBT no tome mis declaraciones como transfóbicas pues no estoy en contra de lo que Fox ha hecho con su vida, no obstante las mujeres trans sí tienen ventajas por sobre las mujeres biológicas al menos en lo que respecta a los deportes de combate.

Ashlee Evans-Smith en su entrevista acerca de la pelea contra Fallon Fox.

Este caso no es aislado. La situación con Fallon Fox se repitió durante la pelea contra la peleadora Tamikka Brents otra mujer peleadora, en donde Tamikka expresó lo siguiente:

He peleado con muchas mujeres y nunca sentí la fuerza que sentí en una pelea como lo hice esa noche. No puedo responder si es porque nació hombre o no, porque no soy médico. Solo puedo decir, nunca me había sentido tan avasallada en mi vida y soy una mujer que me considero bastante más fuerte que el promedio, por derecho propio.

Su agarre era diferente, por lo general podía moverme en los clinch contra otras mujeres, pero no podía moverse en absoluto en el clinch de Fox.

Acerca de Fallon Fox, otra peleadora mujer, Ronda Rousey dijo:

Siento que si pasas por la pubertad como ‘hombre’, no es algo que puedas revertir … No hay un botón para deshacer eso.

El presidente de la UFC, Dana White, afirmó lo siguiente:

la estructura ósea es diferente, las manos son más grandes, la mandíbula es más grande, todo es más grande. No creo que alguien que solía ser un hombre y se convirtió en una mujer debería poder luchar contra una mujer.

Por otro lado, Joe Rogan, comediante, exdeportista y comentarista de artes marciales, durante una entrevista dijo lo siguiente:

Si creen que un hombre que ha vivido como hombre durante 30 años, pero que ha tomado hormonas femeninas durante 2 años resulta igual que una mujer biológica en cuanto a deportes de combate, están dementes.

Porque tenemos una esctructura diferente. Claro que hay diferencias estructurales entre mujeres que resultan hasta cierto grado favorables por sobre otras, por ejemplo las mujeres afroamericanas tienen una densidad ósea mayor que cualquier otra mujer. No obstante, en el caso de mujeres trans, la escructura de la cintura, de los hombros, el tamaño de las manos, en general son muy diferentes.

Incluso el efecto profundo de años y años de testosterona… simplemente…

Existe un artículo sobre una persona especialista en endocrinología que habla sobre todos los puntos que separan a los hombres de las mujeres en términos estructurales que deben ser tomados en cuenta al momento de separar por completo las peleas entre hombres y mujeres. Esta especialista fue llamada transfóbica, ella es tan solo una endocrinóloga, es una mujer de ciencia, está hablando solo sobre la ciencia del tema.

Por ejemplo, esta especialista habló sobre el efecto de los estrógenos, las hormonas femeninas, y su relación con la retención de densidad ósea. Cuando una mujer biológica va creciendo, su densidad ósea es naturalmente más baja que la de los hombres, y conforme pasa el tiempo la mujer suele experimentar cambios hormonales que le llevan a sufrir de osteoporosis, para lo cual les recetan estrógenos, pues estos les ayudan a retener la densidad ósea. Por otro lado, cuando un hombre, con densidad ósea de hombre, realiza su transición para ser mujer, lo que toma son estrógenos, por lo tanto su densidad ósea de hombre no disminuye naturalmente como el de una mujer, sino que se conserva por el tratamiento de estrógeno, resultando en una mujer con densidad ósea de hombre.

También menciona algo muy importante, que es el hecho de que hay hombres biológicos que tienen ventajas físicas por sobre la mayoría de los otros hombres biológicos, y si los deportes llegan a aceptar a una mujer transexual que soliera ser uno de estos hombres, que ya si de por sí entre mujeres biológicas y mujeres transexuales existe una desventaja general, ahora uno de estos hombres con una tremenda ventaja por sobre los hombres comunes transicionara al sexo opuesto (es decir a ser mujeres transexuales) terminarían atropellando a cualquier mujer con una injusta ventaja ya a niveles absurdos. Si la cosa estaba ya bastante complicada con las mujeres u hombres transexuales, la cuestión de las personas transgénero es varias veces peor. Vamos a ello a continuación.

Recordemos que una persona transgénero no necesita pasar por terapias hormonales cruzadas ni cirugías de ningún tipo para ser consideradas “transicionadas al género opuesto”, basta con que una mujer diga las palabras “me auto-percibo como hombre” o que un hombre diga “me auto-percibo como mujer” para que se les tenga que creer, o te arriesgues a ser acusado de "transfobia". Las mismas legislaciones que promueven el integrar a personas transexuales en deportes que vayan de acuerdo con su “identidad de género” tienen su puntos más controversiales justamente con respecto a las personas transgénero, pues solicitan que legalmente no solo las personas transexuales puedan competir en las ligas que quieran para sentirse identificadas, sino que también las personas transgénero lo puedan hacer. Si la cuestión transexual todavía podría ser evaluada con mucho cuidado para discernir si ninguna injusticia se está cometiendo tanto para quien transiciona como para quienes le reciben en su liga separada por sexo, la situación con la cuestión transgénero es simplemente ridícula: básicamente ya sería innecesario bajo esta lógica seguir separando los deportes en ligas femeninas y masculinas basadas en las características sexuales, pues si cualquier hombre (sin removerse gónadas para dejar de producir testosterona, y sin ningún tratamiento hormonal para eliminar las ventajas inherentes al sexo en contraste con las participantes mujeres) puede competir contra mujeres si se declara, así nada más a la palabra, como mujer, entonces ¿ya para que seguimos dividiendo los deportes en ligas? mejor que se fusionen un una misma liga única y mixta en donde quien quiera participar simplemente lo haga. Pero esto obviamente trae graves consecuencias.

Con Óg Ó ganando el segundo lugar de la carrera femenil, luego de un arduo entrenamiento de beber cerveza.

El joven irlandeés llamado Con Óg Ó Laoghaire (ese es su nombre completo), de 22 años, se inscribió en una carrera femenil de 5km. Con Óg no es transgénero ni transexual, simplemente es un joven que creyó que las reglas de “identidad de género” en su escuela con respecto al deporte ponían en peligro a las deportistas mujeres y decidió inscribirse auto-identificandose como una mujer transgénero (recordemos que una persona transgénero no necesita ningún tipo de tratamiento, ni siquiera tiene que “verse” o travestirse como mujer). Él mismo nos cuenta:

Me registré en línea, e hice clic en una casilla que decía que yo era mujer. Cuando vine a recoger mi número de carrera en el Trinity Sports Center, la señora de recepción me dijo: “¿Entonces eres hombre?” mientras iba a hacer un ajuste en su hoja de cálculo. En un tono ligeramente indignado le dije “No, soy mujer”, y eso resolvió el asunto.

Con Óg quedó en segundo lugar en la competición, algo que no nos sorprendería tanto si no fuera por el hecho de que las mujeres que compitieron contra Con Óg llevaban meses entrenando esa disciplina, mientras que Con Óg dijo que él por el contrario había estado en una rutina de beber, más que nada, cerveza. En sus propias palabras lo dijo así:

Yo realmente no entreno para corredor, hice un poco de carreras cuando era más joven, pero lo cierto es que para el momento en el que gané ese segundo lugar yo estaba más bien en una rutina de beber cerveza y licuados proteínicos.

 

Zuby batiendo todos los récords mundiales de mujeres en levantamientos de pesas.

El segundo ejemplo es un hombre conocido como Zuby, un rapero de Southampton de 32 años que asistió a un gimnasio en donde se grabó para videos de Twitter rompiendo varios récords deportivos femeniles, y de esa manera denunciando que es injusto que hombres que solamente se auto-identifiquen como mujeres compitan contra mujeres en los deportes. “Rompí todos esos récords mientras mentalmente me auto-identifiqué como mujer”, dijo en su entrada de Twitter.

Sigo escuchando sobre cómo los hombres biológicos no tienen ninguna ventaja de fuerza física sobre las mujeres en 2019 … Así que véanme DESTRUIR el récord de peso muerto de las mujeres británicas sin siquiera intentarlo con ganas…

Twitter de Zuby (26 de Febrero): @ZubyMusic

Martina Navratilova, es una leyenda del tennis femenino, durante muchos años fue reconocida como activista a favor de derechos LGB, y en un artículo reciente de ESPN mencionan que ella sigue apoyando la cuestión de la igualdad e inclusividad en el deporte, pero que de ninguna manera está de acuerdo con que se tome a la ligera la diferencia entre una persona transexual y una transgénero. Navratilova dice que existe una gran diferencia entre una persona que pasa por la terapia hormonal completa y por las cirugías de reasignación de género (es decir una persona transexual que pasa por un cambio irreversible de su cuerpo para comprometerse─por así decirlo─con su nueva identidad), en comparación con una persona que mantiene su cuerpo con su sexo original pero decide identificarse como el género opuesto, osea una persona transgénero; dice que ella está feliz de dirigirse a cualquier atleta transgénero con los pronombres que deseen, pero que para nada estaría de acuerdo con competir contra una de estas personas a menos que hayan hecho ya la transición completa, pues considera que, por ejemplo, en el caso de las mujeres transgénero, el hecho de haber pasado por el proceso de la pubertad masculina completa les da una ventaja física demasiado grande, lo que desbalancea el terreno para las mujeres.

¿La solicitud de entrar en deportes bajo el criterio de "auto-identificación" de género, la comparte toda la gente transgénero y transexual?

De hecho, esto no es así. Si bien en la noticias la noción general que se maneja es que la “gente trans” (los medios ni siquiera aclaran si se trata de transexual o transgénero) están todas en desacuerdo común, con el hecho de que se les "excluya" de las categorías deportivas que sienten y creen que "les corresponden", esto responde simplemente a que los medios generalmente lo que venden son trágicas telenovelas y supuestas noticias tristes, por lo que fabricarse un drama instrumentalizando a “la gente trans” les sirve mucho más en ratings, cosa que no lograrían si dijeran que “solamente un sector de la comunidad transgénero” tienen cierta inconformidad, simplemente no vende igual.

Anne Veriato, la peleadora transfémina que prefiere no pelear contra mujeres.

En este sentido tenemos el ejemplo de Anne Veriato, una persona transfemenina brasileña, que se encuentra en terapia hormonal, pero que a pesar de identificarse como género femenino elije pelear contra hombres. Anne comenta:

Es justo para mí luchar contra los hombres. Nunca me pasó por la cabeza pelear con una mujer porque creo que soy demasiado bueno. Si he derrotado hombres durante toda mi carrera, aún puedo vencerlos a pesar del proceso hormonal. Solo sé que soy bueno después de vencer a los hombres. Eso es lo que me hace feliz y más hambriento de entrenamiento. No creo que sea justo luchar contra las mujeres.

Dado que hago mi terapia hormonal para ser más femenino, mis hormonas masculinas comienzan a desaparecer y no regresan hasta después de un buen tiempo. No tengo la misma fuerza en el gimnasio después de mis terapias hormonales, por eso entreno tan duro para ser lo suficientemente fuerte como para luchar contra hombres. Siento la diferencia de fuerza y por eso trabajo duro.

¿Las legislaciones actuales ya estan dando pie a injusticias en el deporte?

Esto se está presentando como algo cada vez más evidente (de hecho, durante el 2021, la IOC que es el Comité Internacional de Olimpiadas ha declarado que las investigaciones científicas demuestran que la inclusión de atletas transexuales no permiten un terreno justo para los deportes) , sobre todo en el ámbito del deporte femenino, en donde las mujeres transexuales y transgénero están aplastando ─en los pocos años que estas legislaciones llevan vigentes─ los records mundiales de las mujeres, a pasos agigantados. En el caso de las mujeres que transicionan a identificarse como hombres (hombres trans), extrañamente, esto no está sucediendo. Poco se habla de hombres transgénero o transexuales que estén batiendo récords a un nivel tan agresivo como las mujeres trans están haciendo en el deporte femenino, simplemente porque esto no está ocurriendo.

A continuación se presenta un listado de los récords que las mujeres transexuales y transgénero están batiendo, a un ritmo absurdo, haciendo a un lado el esfuerzo femenino colectivo de décadas para lograr dichas posiciones en sus ligas deportivas respectivas a cada disciplina.

Rachel McKinnon / Verónica Ivy

En 2018, Rachel Mckinnon, ciclista (que ahora se hace llamar también Verónica Ivy) batió el récord en sprint de 200m en la categoría femenina de 35 a 39 años. Al día siguiente ganó el Campeonato del Mundo UCI Masters de Ciclismo en Pista en la categoría femenina de sprint de 35-44 años. En octubre de 2019 batió el récord de la contrarreloj de sprint de 200m en la categoría femenina de 34 a 39 años. Rachel McKinnon no habría podido clasificar para la competición de ciclismo masculina, pues aunque su récord mundial femenino fue de 11.649 segundos, el tiempo de la ronda de clasificación superior para la división masculina fue de 10.498 segundos, no obstante, como mujer rompe récords fácilmente.

Hanna Mouncey

Con sus casi 1,90 metros de altura y sus 100 kilos de peso, es más grande que la media de los jugadores varones de balonmano y de fútbol australiano. Después de disputar 22 encuentros internacionales con Australia en la categoría masculina, pasó a competir en la selección femenina de Australia, siendo uno de los miembros más destacados de su equipo con 23 goles anotados en la clasificación para el Mundial de Japón en 2019.

Mary Gregory

Rompió cuatro récords mundiales femeninos: récord mundial de sentadillas Masters, récord mundial de banco abierto, récord mundial de peso muerto Masters y récord mundial de Masters total. Tras muchas críticas por la cantidad absurda de récords mundiales (femeninos) rotos en tan poco tiempo, la Raw Powerlifting Federation revocó los récords mundiales de Gregory y anunció que formarían una nueva “División Transgénero”.

Tiffany Abreu

Actualmente juega en la Superliga femenina brasileña, donde ha batido el récord de puntos en un sólo partido.

Fallon Fox

Ex-marine de los Estados Unidos, comenzó su transición a los 31 años. A los 38 años comenzó a competir en artes marciales mixtas (MMA) en la categoría femenina. En 2014, durante un combate, le partió el cráneo a su oponente Tamikka Brents, en el primer asalto.

Gabrielle Ludwig Ludwig

se unió, con 50 años, al equipo universitario de baloncesto femenino del Mission College en Santa Clara, en California.

Cece Telfer

Antes de competir en la categoría femenina lo hacía en la masculina, en la que no llegaba a entrar en la clasificación de los 200 mejores. Una vez en la categoría femenina Tefler ganó el título nacional de Estados Unidos en 400m vallas en el campeonato de 2019 de la segunda división de la NCAA de pista y campo, con más de un segundo de ventaja con respecto a su rival más cercana en la carrera; en este deporte, que se mide en fracciones de segundos, más de un segundo es una ventaja considerable, para alguien que cuando competía como hombre no destacaba realmente en este deporte.

Referencias

  • Darwin, C. (1979) El Origen de las Especies. Conacyt, México.
  • Almudena, H. (2012) La fantasía de la individualidad.
  • Carlson, N. (2006) Fisiología de la Conducta. Pearsons, España.
  • Rosenzweig, R, et al. (1992) Psicología fisiológica. McGrawHill, España.
  • https://contraelborradodelasmujeres.org/deporte/
  • https://gript.ie/male-trinity-student-comes-2nd-in-womens-race/
  • https://www.aceprensa.com/sociedad/deporte/las-atletas-dicen-basta-no-quieren-competir-con-transexuales/
  • https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-98682001000100012
  • https://www.who.int/genomics/gender/en/index1.html?fbclid=IwAR2U40mziPsy74HF2vDWiccxp-kbi-TdqkI-1JueiqvNBkcmnNhpv0ocxPU
  • https://www.elciudadano.com/fake-news/revelan-la-verdad-sobre-transexual-que-mato-a-mujer-en-pelea-de-artes-marciales-mixtas/10/25/
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